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Peligra su primer Grand Slam tras covid positivo en su fiesta de casamiento

El tenista, de 29 años, presentó síntomas al día siguiente de su boda; “jamás pensamos que podía ocurrir algo así en un lugar tan abierto”, dijeron.

Deportivo 23 de diciembre de 2021
Andrea-Collarini
Pese a la escalada de casos, nada impedía vivir ese momento con los 350 invitados.

Ese casamiento y la fiesta que planificaron desde marzo pasado el tenista Andrea Collarini y su flamante esposa Delfina Novillo Corvalán estaban en las antípodas de las sensaciones con las que viven hoy, después de la boda del sábado último. Dentro del estado de felicidad por el acontecimiento, el resultado positivo de Covid que recibieron ambos este martes fue un impacto para ellos. Mucho más allá de lo que significa en lo deportivo para el jugador, de 29 años, y para el grupo de colegas que estuvieron en el festejo y, aunque dieron negativo en sus testeos, varios tienen en suspenso sus viajes a Australia para afrontar el inicio de la gira en el circuito profesional.

“Deberíamos estar viviendo momentos re felices, pero estamos tristes por la noticia. Después de tanta felicidad y alegría, fue feo decirles a cada uno de los que vinieron que habíamos dado positivo”, dice Delfina, del otro lado del teléfono, forzando la voz para que se la escuche nítida porque cursa una afonía que es el único síntoma que no coincide con Andrea. Por eso, el enrulado muchacho que nació en Nueva York pero es más argentino que el dulce de leche toma la posta del relato a través del altavoz.

Todavía permanecen en el campo de 30 hectáreas en Villa del Totoral, un pueblo a unos 80 kilómetros de la ciudad de Córdoba. Allí, a Los Algarrobos Polo, llegaron para el casamiento al aire libre en un día soleado y no salieron más. Están aislados. “Finalmente, no nos movimos de acá”, sentencia Collarini, y da gracias de que el encierro sea en un lugar muy amplio. No es casualidad. En medio de la pandemia, la opción de ese terreno parecía ideal para celebrar con los protocolos vigentes. La arboleda permitía repararse un poco del sol y unas elevadas carpas beduinas, de las que tienen sólo techo de lona, eran las zonas dispuestas para la comida.

Pese a la escalada de casos, nada impedía vivir ese momento con los 350 invitados.

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“Jamás pensamos que podía ocurrir algo en un lugar tan abierto. Se hizo todo cumpliendo cada uno de los requisitos, incluso con el personal del servicio con barbijos todo el tiempo. Y hay confianza con los que venían como para que si alguno se sentía mal o tenía alguna duda nos dijeran. Pero nada, ni antes ni durante la fiesta”, remarcó la pareja. Entre los asistentes estaban Federico Coria (63° en el ranking mundial), Tomás Etcheverry (130°), Juan Ignacio Londero (135°), Facundo Bagnis (76°), Renzo Olivo (189), Andrés Molteni (46° en dobles) y Guido Andreozzi (271°). También estuvo con ellos el entrenador de Etcheverry, Carlos Berlocq.

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“Fue un sábado de mucho calor y en la madrugada bajó mucho la temperatura, refrescó. Se sentía el cambio, más en el campo, con el cuerpo que transpira y con el vientito... Por eso, el domingo a la tarde cuando nos sentíamos muy cansados lo asociamos a eso. Pero en la mañana del lunes el cansancio seguía y empezaron más síntomas, como la fiebre, una tos seca y el dolor del cuerpo, por lo que ya nos preocupamos e hicimos el test, repasan Andrea y Delfina, quienes tienen ambos dos dosis de la vacuna aplicada. “La única diferencia es que ella está afónica y yo no, pero debe ser que grité menos”, especula, tratando de tomarse con una sonrisa la situación.

“De inmediato, fue avisarles a todos y el martes nos dieron el resultado, positivo”, detalla Collarini, que ya no tiene indicios de ninguno de los síntomas, pero debe esperar para el próximo hisopado. “Lo primero es la salud, recuperarnos bien”, afirma Andrea, con cierto alivio porque sus amigos tenistas “todos dieron negativo”. De todos modos, los jugadores están dentro de los plazos en los que pueden estar incubando la enfermedad, por lo que corresponde mantener el aislamiento. Coria y Molteni integran el equipo argentino que participará en Sidney de la ATP Cup entre el 1° y el 9 de enero y, además, están clasificados directamente (en singles y dobles, respectivamente) para el Abierto de Australia que se jugará entre el 17 y el 30 del mismo mes.

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“Los planes eran volver a Buenos Aires, donde vivimos, para viajar el lunes que viene a Australia, pero ahora habrá que ver cómo sigue esto. Mi médico me dijo que hasta 48 horas después de que se me fue la fiebre no puedo entrenar y podría empezar a hacer algo gradualmente desde este jueves, según lo que coordine con mi preparador físico. Pero lo que haga va a ser todo sin salir de acá, hasta que no tenga el resultado negativo”, pone en clima, vinculando lo deportivo. “Si doy negativo y el médico me lo permite, estoy a tiempo de viajar. La clasificación que debo jugar comienza el 10 de enero”, contextualiza, ilusionado con estar en el primer Grand Slam de 2022. Mientras tanto, sigue el reposo. Y mantener la calma, más allá de la preocupación.

A comienzos de este mes, Collarini había estado cerca de un caso de Covid que generó un escándalo, el del brasileño Felipe Meligeni, a quien pese a haber dado positivo en un PCR se le permitió jugar por los cuartos de final del Challenger de San Pablo, donde derrotó al argentino por 6-4, 4-6 y 6-3. Luego, sí, el jugador local fue bajado del torneo y no pudo presentarse en las semifinales. Tras ello, además de exteriorizar su malestar con ese hecho grave, Andrea se sometió al control para regresar a la Argentina y dio negativo. Pasaron tres semanas desde entonces, sin que haya tenido algún síntoma hasta luego del casamiento.

Fuente: La Nación Deportes.

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