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Qué hay detrás de las personas que se quejan todo el tiempo

Lejos de ser solo una actitud negativa, la queja constante puede revelar frustración, necesidades emocionales no resueltas y formas poco saludables de afrontar el malestar.

SaludHace 1 hora
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Qué hay detrás de las personas que se quejan todo el tiempo, según la psicología.

Todos conocemos a alguien que parece inconforme con todo. Hace calor, hace frío, nada funciona y siempre hay algo de qué quejarse. Incluso, en más de una ocasión, podemos descubrirnos repitiendo ese mismo patrón. Aunque convivir con la queja permanente resulta agotador, la psicóloga Leticia Martín Enjuto invita a frenar el juicio rápido y observar qué se esconde detrás de este comportamiento. Desde la psicología, la queja constante no aparece por casualidad: suele cumplir una función emocional. 

Una mirada enfocada solo en lo negativo

Según explica la especialista, la queja reiterada responde a un patrón de comportamiento con múltiples causas. No se trata únicamente de desahogarse, sino de una dificultad para gestionar el malestar o de necesidades emocionales insatisfechas. Desde una perspectiva cognitiva, muchas personas que se quejan todo el tiempo presentan un sesgo atencional hacia lo negativo. Es decir, enfocan su atención casi exclusivamente en los aspectos desfavorables de la realidad, otorgándoles más peso que a lo positivo. Este patrón, señala Martín Enjuto, suele aprenderse en la infancia o reforzarse en entornos donde quejarse funcionó como una vía para recibir atención, contención o apoyo. 

La queja como expresión de frustración

Otra explicación frecuente aparece cuando la persona siente que perdió el control sobre su vida. En esos casos, la queja se transforma en una forma de expresar frustración frente a la impotencia. Verbalizar el malestar permite canalizar emociones que no encuentran otra salida. El problema surge cuando este recurso se vuelve el único disponible: con el tiempo, la queja se cronifica y termina afectando tanto a quien la emite como a su entorno cercano. 

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Una herramienta de conexión social

La queja también puede cumplir una función social. En determinados contextos, quejarse facilita la búsqueda de empatía, validación o cercanía con otros. Compartir el malestar puede fortalecer vínculos, pero cuando la queja se convierte en el eje central de la comunicación, genera rechazo y fatiga emocional en quienes rodean a la persona.

No toda queja es negativa 

Aunque muchas veces se escucha el mandato de “no quejarse y actuar”, la psicología propone una mirada más equilibrada. Martín Enjuto distingue entre la queja adaptativa y la queja crónica. La primera permite identificar un problema y constituye el primer paso para buscar soluciones. La segunda, en cambio, se repite sin generar cambios y se convierte en un obstáculo para el bienestar emocional. En su experiencia clínica, la especialista advierte que la queja constante puede asociarse a cuadros de ansiedad o depresión, donde el malestar se expresa a través de una visión pesimista y repetitiva de la realidad. 

Cómo salir del círculo de la queja

Para quienes conviven con personas que se quejan de manera constante, la psicóloga recomienda establecer límites saludables, practicar la escucha activa y validar el malestar sin quedar atrapados en la negatividad. Redirigir la conversación hacia soluciones concretas puede marcar la diferencia. Para quienes se reconocen dentro de este patrón, el primer paso es tomar conciencia de la frecuencia y el contenido de las quejas. Llevar un registro ayuda a identificar emociones y situaciones desencadenantes. A partir de allí, desarrollar estrategias de afrontamiento más adaptativas —como la gratitud, la búsqueda activa de soluciones o la reestructuración cognitiva— permite transformar la queja en una oportunidad de cambio y crecimiento personal. 

Cerrar el círculo de la queja

Quejarse de vez en cuando es humano y necesario, pero cuando se vuelve una constante deja de aliviar y empieza a pesar. Comprender qué emociones se esconden detrás de ese hábito permite dar el primer paso hacia un cambio más saludable. Aprender a expresar el malestar sin quedar atrapados en él no solo mejora el vínculo con los demás, sino que también abre la puerta a una relación más amable y consciente con uno mismo.

Fuente: BAE Negocios.

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