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Haciendo historia, dejando huella

Durante la historia, la mujer ha cumplido distintos roles producto de los cambios en la sociedad.

Deconstruir Para Construir17 de mayo de 2022 Nadia Pedernera
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Las mujeres de hoy en día, sí vivimos mejor pero todavía no podemos hablar de una igualdad real hombre-mujer.

Hoy nos encontramos con mujeres que participan activamente dentro de las actividades económicas, científicas y culturales, espacios que antes se veían abiertos solamente para los hombres. En Grecia, la mujer era vista como un “hombre pero incompleto y débil”, según según filósofo Aristóteles. En Roma, las mujeres no podían participar en la vida política y ciudadana. Además de eso, no tenían nombre propio, las niñas no deseadas eran abandonadas al nacer y las que lograban sobrevivir eran condenadas a la esclavitud.

En las primeras sociedades que sustentaban su vida cultural y económica en la casa y la recolección, las mujeres eran las encargadas de recolectar mientras que los hombres eran los encargados de conseguir la carne. Esto hizo que las actividades que estaban relacionadas con la fuerza se identificarán con los hombres. La caída del Imperio Romano que dio comienzo a la Edad Media fue oscura en varios sentidos y especialmente negativa para las mujeres, ya que se impuso una concepción religiosa que dibujaba a la mujer como figura de pecado y tentación. Durante la Edad Media, el acceso a la educación quedó fuertemente limitado a una clase política dirigente y casi exclusiva a los varones.

Junto con el descubrimiento de América y comienzo de la Edad Moderna se vivió una época de radicalismo religioso q conducía a las mujeres de toda clase a la brujería y lamentablemente, a la quema de muchas de ellas en la hoguera. En 1789, se creó la  Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano logrando un contexto social en donde se cuidaba y promovían los derechos de “todos”, con excepción de la mujer. Para el siglo XIX, el proceso de industrialización, trajo consigo grandes transformaciones en donde las mujeres trabajaban en las fábricas textiles, en donde fueron explotadas con jornadas sobrenaturales de 16 horas, despido libre, ausencia de asistencia sanitaria y/o seguridad laboral. Un ejemplo claro de explotación, sucedió en la fábrica de camisas Triangle Shirtwaist de Nueva York, donde ocurrió  el desastre industrial más mortífero en la historia de la ciudad. Este lamentable suceso, obligó a realizar importantes cambios legislativos en las normas de seguridad y salud laborales e industriales.

Las reclamaciones de las mujeres se intensificaron durante el siglo XIX, siendo cada vez más estructuradas y definiendo lo que hoy conocemos como la corriente feminista. La industrialización de las ciudades y la ampliación del sistema educativo abrió nuevas oportunidades en lo económico pero, así mismo, las mujeres seguían quedando en segundo plano. El acceso a la universidad para ellas era nulo o limitado, sus condiciones y sueldos eran mucho peores que las de los hombres. Estaban excluidas de determinadas actividades y no tenían derecho a votar por lo que las decisiones políticas eran tomadas únicamente por hombres.

La mujer del siglo XXI es una mujer libre en búsqueda de reivindicación y empoderamiento femenino. La mujer de este siglo elige qué estudiar, si vivimos solas o en pareja, si tendremos hijos o no, entre otras miles de decisiones que hace 51 años exactamente no eran posible. Las mujeres de hoy en día, sí vivimos mejor pero todavía no podemos hablar de una igualdad real hombre-mujer, desde ejemplos tan cotidianos como la vida familiar en donde el hombre, de repente, se olvida de la igualdad y repite los comportamientos que ha visto en su familia: el padre trabaja y la madre se ocupa de la casa y los hijos. Es curiosa la admiración de un “buen padre” por pasar todo un sábado con los hijos y el poco reconocimiento del trabajo constante de “la buena madre” durante toda la semana.

Espero algún día, deje de existir el “Día de la mujer” como un día de género de la minoría frágil y se cambie por el “Día de Igualdad” ya que reflejaría realmente lo que buscamos: respeto, porque el respeto no tiene género.

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