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¿Cómo nació el mate?

La infusión se ha convertido en una arraigada costumbre a pesar de que llegó a estar prohibida por ser considerada un vicio sucio.

Para Saber01 de agosto de 2020
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Caá en lengua guaraní significa yerba, pero también significa planta y selva. Para el guaraní, el árbol de la yerba mate  es el árbol por excelencia, un regalo de los Dioses.

yerba mate

Los conquistadores aprendieron de los guaraníes el uso y las virtudes de la yerba mate, e hicieron que su consumo se difundiera, desde su zona de origen a todo el Virreinato del Río de la Plata.

Los nativos guaraníes fueron quizás los primeros en tomar mate. Los españoles notaron que llevaban con sus armas, una pequeña bolsa de cuero con hojas trituradas y tostadas.

Mascaban estas hojas de yerba mate, o las ponían en una calabaza y tomaban la infusión usando los dientes como filtro o una caña ahuecada, que hoy conocemos como bombilla. 

Más tarde los Jesuitas introdujeron el cultivo en las reducciones, contribuyeron con su difusión, la bebida fue conocida entonces como el “té de los Jesuitas”.

Fueron los primeros en lograr hacer germinar las semillas de la yerba con un método secreto, que permitió cultivar yerba mate para abastecer las reducciones e inclusive comercializarla en otro lugares.

Los días domingos y los demás festivos,  luego de asistir a la obligatoria misa y al rezo del Santo Rosario, los guaraníes podían disponer de algún tiempo para su esparcimiento : Hacían malabares con sus caballos en la plaza, otros salían al campo a cazar, se realizaban campeonatos de destreza en el tiro con el arco y las flechas.

No faltaban el mate compartido, la música, el canto y la danza, especialmente entre los niños y jóvenes.

La prohibición del mate

Diego Marín de Negrón fue gobernador del Río de la Plata y del Paraguay de 1609 a 1613. No le fue bien en su gestión, ya que llevó adelante una lucha infructuosa contra una aceitada organización de contrabandistas, llamada “la banda del Cuadrilátero”, conformada por respetables funcionarios que se hicieron riquísimos con el comercio ilegal, especialmente de esclavos. Marín de Negrón terminaría envenenado.

Pero Negrón también se ocupó de la cuestión del mate, al que describió como “un vicio abominable y sucio que es tomar algunas veces al día la yerba con gran cantidad de agua caliente (…) tomar mate hace a los hombres holgazanes, que es total ruina de la tierra, y como es tan grande temo que no se podrá quitar si Dios no lo hace”, escribió al rey Felipe III, llamado “El Piadoso”.

Los guaraníes llevaban en pequeñas bolsitas hojas de yerba tostadas y trituradas. Cuando no las usaban para tomar mate, directamente las mascaban.

Hernando Arias de Saavedra, que la historia popularizaría como Hernandarias y que fue el gobernador que lo sucedió, fue un poco más allá. Dispuso que si alguien fuera sorprendido tomando mate o en posesión de hojas de yerba, el producto no sólo se quemaría en la plaza pública, sino que el acusado debería abonar diez pesos de multa y quince días de cárcel. Por tomar mate.

Y como a los trabajadores también se les pagaba en especias, se quitó de la lista el vino, la chicha y la yerba.

Hasta los curas se quejaban porque muchos no alcanzaban a aguantarse las ganas de orinar hasta que la misa concluyese, por el consumo de esta infusión. Era un producto del mismísimo demonio. El mate se había transformado en una cuestión que atravesaba los dos grandes poderes coloniales: el Estado y la Iglesia. Y a ambos derrotaría.

La costumbre de tomar mate ya no sería patrimonio de las clases bajas sino que iría calando hondo en todas las capas sociales y ha permanecido inalterada desde tiempos remotos y por cinco siglos de historia.

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