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¿Está bien ser "buena onda" todo el tiempo?

Ya sea que a vos te suceda o a alguien que conozcas, te contamos qué dicen los especialistas sobre este tema que genera división en diferentes ámbitos.

Vanguardista 22 de diciembre de 2021 Carlos Maciel Carlos Maciel
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La empatía es un gesto que puede fortalecer emocionalmente a quien la despliega y a quien la recibe.

La industria del bienestar nos implantó que tenemos que estar felices todo el tiempo. Y tratando de preservar ese estado de “buena vibra”, hemos creado nuevos términos para referirnos a quienes podrían arruinarla. Alguien que siempre habla de lo que le entristece es un drama queen, si se queja una y otra vez de lo mismo es una persona tóxica y si se atreve a decir abiertamente lo que quiere es un intenso. Y de éstos, mejor conviene alejarse. O, al menos, eso recomiendan cientos de expertos de las emociones como una práctica saludable para resguardar tu “paz personal”.

El peligro de esta tendencia a querer estar “bien” es que nos deja sin saber qué hacer con el resto de nuestros sentimientos.

Lamentablemente, cegados por las promesas de la felicidad constante, olvidamos la necesidad de los otros sentimientos en nuestras vidas. Los psicólogos lo llaman invalidación emocional al acto mediante el cual se juzga, rechaza, culpa, denigra, prohíbe, resta importancia o se ignora la manera de sentir de alguien. Sucede en todo tipo de escenarios. Actualmente, por ejemplo, podemos tener una tía que nos repita estar asustada por el coronavirus y, quizá, nosotros le decimos que “no sea exagerada”. O si alguien comparte en Twitter que está triste porque extraña salir a pasear con sus amigos y otros le comentan que “no debería ser malagradecido cuando hay tanta gente sufriendo de verdad”. Al cuestionar lo que expresan, invalidamos sus emociones. Nadie tiene por qué justificar sus sentimientos, ya que la vida no es una competencia de quién se siente mejor o peor.

canstockphoto36421878¿Viste cuando alguien no te cae bien? Bueno, sos inteligente

Múltiples investigaciones y experiencias en el área de salud mental muestran que permitir que alguien exprese lo que siente es la mejor manera de ayudarlo a regular emociones intensas que podrían ser perjudiciales si no se estabilizan un poco. En su libro El anzuelo del diablo: sobre la empatía y el dolor de otros, la escritora estadounidense Leslie Jamison señala que tratar de comprender al prójimo requiere indagación. “La empatía no consiste sólo en acordarse de decir debe de ser muy duro, sino también en buscar la forma de sacar los problemas a la luz para que no pasen desapercibidos. La empatía no consiste sólo en escuchar, sino en formular las preguntas cuyas respuestas deben ser escuchadas. Permitir que las emociones se expresen, por medio de la empatía, ayuda a que las personas que vienen de una larga historia de invalidación emocional se sientan acompañadas. Y eso es algo tan poderoso que, por el solo hecho de permitirlo, puede representar una gran ayuda para alguien que se siente mal.

Cuando una persona empiece a hablar de algo que lo agobia es probable que sus emociones se agudicen. Sostener ese tipo de conversación no es sencillo, pero permitir que otro se desahogue no solo genera satisfacción en él, sino también en quien escucha. La empatía es un gesto que puede fortalecer emocionalmente a quien la despliega y a quien la recibe. Es comprensible que todos persigamos la felicidad, sin embargo, puede que se nos estén trazando los caminos equivocados para alcanzarla.

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