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Por qué hacerte el tonto es beneficioso, según la ciencia

Más de una vez algunos de nosotros nos hicimos los distraídos en diferentes situaciones con la sola intención de evitar problemas. Un estudio se refirió al tema.

Vanguardista 16 de febrero de 2022 Carlos Maciel Carlos Maciel
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Existen beneficios ocultos de hacerse el tonto.

Demostrar tu inteligencia en una entrevista de trabajo; exponer tus habilidades con personas que no las dominan tanto como vos; impresionar a quien te gusta presumiendo de tu intelecto… Son situaciones que cualquiera desearía protagonizar, imaginándose, de paso, que sale bien parado de ellas. Ahora, qué pensarías si te dijera que también existen beneficios ocultos de hacerse el tonto a corto plazo, parece contradictorio, pero la ciencia lo ha demostrado.

Según un estudio de Laura Venz y Hadar Neshan Shoshan de la Universidad de Leuphana y de la Universidad de Mannheim, los empleados suelen ocultar su conocimiento, conducta que puede deberse a que estén disgustados por algún motivo que los llevaría a comportarse de esta forma.

Existen beneficios ocultos de hacerse el tonto a corto plazo. Parece contradictorio, pero la ciencia lo ha demostrado.

Casos hipotéticos

Imaginate las siguientes situaciones:

Escuchás atentamente a un interlocutor inteligente (alguien a quién querés). Habla sobre un tema que conoce bien y sobre el que no le gusta ser refutado, pero estás seguro de que sus argumentos tienen puntos muy débiles -sos capaz de reconocerlos porque sobre ese tema está particularmente bien informado; pero decidís no corregirlo, quedarte en silencio y escuchar con calma, evitando así una posible situación de tensión.

Un compañero de trabajo te pregunta por el informe que tendrías que entregar hoy. Te pide algunos ajustes que, supuestamente, no supo o no le dio tiempo a realizar; sin embargo, a pesar de poder, decidís no hacer su labor. Comenzás a sospechar que se aprovecha de vos para trabajar menos, por lo que le respondés que no lo lo vas a hacer porque pensás que es su responsabilidad.

En el primer caso, al no manifestar dudas sobre el hilo argumental del interlocutor, evitas un posible conflicto. En el segundo, decidís ser asertivo, y no sólo decidís decir lo que pensás, sino que también te proponés actuar acorde a la situación.

Beneficios de hacerse el tonto

Venz y Nesher (2022) proponen que los agentes estresores percibidos llevarían a la persona a tomar la postura de ocultar el conocimiento como método para afrontar emocionalmente situaciones de tensión, postura que produciría un agotamiento físico y mental.

El estudio de “hacerse el tonto” se basó en un experimento con 101 empleados (65,3 % mujeres), que duró 615 días; “la experiencia laboral media fue de 12,6 años (…) y el tiempo de trabajo semanal medio fue de 38,5 horas” (Venz & Nesher, 2022, p. 122).

Los participantes fueron calificados para obtener resultados de su nivel de afecto negativo y de la tensión con sus compañeros de trabajo, respecto a la ocultación de conocimiento, además del agotamiento que les producía dicha situación.

A pesar de que esta actitud de ocultar el conocimiento tiene una connotación negativa, por ejemplo, en trabajos que causan disgustos (Venz & Nesher, 2022), puede resultar funcional en situaciones que exijan reducir las respuestas de tensión psicológica frente a factores estresantes, es decir, ocultar conocimiento como una estrategia de afrontamiento, centrada únicamente en la emoción, para oponerse a la tensión psicológica, por un corto periodo.

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Hacerse el tonto agota menos, pero…

Los responsables del estudio llegaron a la conclusión -teniendo en cuenta como factores los sentimientos negativos y la carga laboral, además de la relación entre la tensión, ocultación del conocimiento y el estrés- que hacerse el tonto agotaba menos y llevaba a la sensación de alivio. Tal actitud es una estrategia de afrontamiento, relacionada con una baja tensión psicológica.

Los individuos que padecen estados anímicos tensos suelen hacerse los tontos para sentirse mejor. Depende de qué situación estresante presentará las condiciones indicadas para adoptar dicho papel.

Los individuos que padecen estados anímicos tensos suelen hacerse los tontos para sentirse mejor. 

Para finalizar, no es buena idea hacerse el tonto todo el tiempo. Venz & Nesher afirman que esta estrategia sirve a corto plazo para sentirse mejor frente a los respectivos agentes estresores, pero no a largo plazo. Ocultar por mucho tiempo tu saber puede desgastarte.

Por lo tanto, si te sentís presionado o querés evitar confrontaciones que son muy frecuentes, lo recomendable es que seas vos mismo y no te ocultes, ya que es tu deber controlar tus reacciones, pero no la de los demás.

 

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