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¿Por qué te gusta tanto rascarte según la ciencia?

Claramente es una situación que más de uno vivió en diferentes circunstancias. Pero ¿Por qué tenemos que rascarnos? ¿Por qué esa sensación nos atrae bastante?

Vanguardista 01 de junio de 2022 Carlos Maciel Carlos Maciel
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A primera vista, la picazón y el dolor parecen estar relacionados.

"Hasta la fecha, ningún tratamiento ha sido capaz de lograr la erradicación completa de los ácaros", escribió la científica Jay Traver, autora de el artículo sobre su caso en las actas de la Sociedad Entomológica de Washington, EE.UU. Pero ahora sabemos que Traver no tenía una misteriosa colonia de ácaros viviendo en su piel -y en la de sus familiares- durante 40 años. Padecía un trastorno psiquiátrico llamado parasitosis ilusoria, una condición que hace que los pacientes traten de encontrar evidencia física de las sensaciones que perciben, a menudo fruto de su propio delirio. Rascarse es una forma relativamente pequeña de dolor, pero ese escaso dolor que experimentamos cuando clavamos nuestras uñas en la piel parece aliviarnos. Este tipo de enfermedades representan menos del 2,5% de los casos que atienden dermatólogos. Sin embargo, los picos, a nivel más general, los sienten todas las personas en el mundo.

Dolor y picazón

A primera vista, la picazón y el dolor parecen estar relacionados. La definición sigue siendo aceptada por la mayoría de los médicos e investigadores hoy en día, pero fue propuesta hace unos 350 años por un físico alemán llamado Samuel Hafenreffer, quien dijo que la picazón es "cualquier sensación desagradable que produce el deseo o reflejo de rascarse". Si te rascas, entonces la sensación que provocó esa acción es, por definición, una picazón. A primera vista, la comezón y el dolor parecen estar relacionados. La piel está repleta de una serie de terminaciones nerviosas, llamadas nociceptores, cuyo trabajo consiste en transmitir información sobre la presencia de estímulos potencialmente perjudiciales para la espina dorsal y el cerebro. Un pequeño ataque a esas neuronas da como resultado una picazón, mientras que un ataque más intenso se traduce en dolor.

Al menos, según la "teoría de la intensidad". Pero hay una alternativa, la "teoría de la especificidad", que sostiene que algunas neuronas son responsables del dolor, pero un grupo diferente se encarga de la picazón, formalmente conocida como "prurito". O puede ser también que exista un único conjunto de neuronas responsable de la nocicepción, pero que puedan, de alguna forma, conocer la diferencia entre el estímulo de la picazón y el del dolor.

El origen evolutivo del reflejo de rascarse

Esto tiene, de hecho, bastante sentido, y pone de manifiesto un posible origen evolutivo del reflejo de rascarse: un rápido rasguño es más efectivo para eliminar un insecto incrustado que lo que lograría el reflejo de retirada. El reflejo de rascarse nos atrae hacia la picazón de la piel afectada, en lugar de alejarnos de ella. Rascarse es una buena manera de eliminar, no sólo los insectos y parásitos, sino los pedazos de plantas y de otros materiales que se adhieren a nuestra piel y a nuestro pelo. Cuando algo molesta nuestra piel -como la picadura de un mosquito- las células liberan una sustancia química (normalmente, histamina) y eso hace que los nociceptores de la piel envíen un mensaje a la espina dorsal, la cual lo transmite a través de un conjunto de nervios, llamado tracto espinotalámico, hasta el cerebro. En 2009, un grupo de investigadores utilizó inyecciones de histamina para provocar picazón en las piernas de primates, mientras un electrodo monitoreaba lo que ocurría dentro de sus tractos espinotalámicos. Tan pronto como inyectaban la histamina, esas neuronas comenzaban a dispararse rápidamente. Y cuando los investigadores rascaron la zona, las neuronas desaceleraban su actividad. Según los electrodos, rascarse afectaba a la médula espinal, en lugar del cerebro (de hecho, no existe un centro de picazón en el cerebro). Pero cuando rascaban antes de la inyección, esta acción no proporcionaba ningún alivio. De alguna manera, la médula espinal sabe cuando el rascado es útil y cuando no lo es.

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Contagiosa

Unos investigadores dieron una conferencia sobre la picazón tan sólo para probar cómo su audiencia sentía el picor. Y funcionó. Las cámaras ocultas revelaron que la audiencia pasó mucho más tiempo rascándose durante esa conferencia que durante una charla sobre un tema más inocuo. La picazón contagiosa también se ha observado en monos, haciendo alusión a la tentadora posibilidad de que pueda existir una ventaja evolutiva en el hecho de que nos rasquemos cuando vemos a otros rascarse. Pero rascarse no es considerado como algo doloroso y, de hecho, puede ser bastante placentero.

Con información de BBC.

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