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De expectativas y opiniones sobre la nueva gestión de gobierno

A poco más de un mes de haber asumido, las prioridades del nuevo gobierno parecen recorrer un camino muy distinto a las de la previa gestión. Con apoyos y rechazos, el equipo de Alberto Fernández lanza su jugada.

En Debate 16 de enero de 2020 Max Bustos
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Muchas son las medidas tomadas en poco más de un mes de gestión. Algunas mucho más destacables que otras, y tal vez muchas las que generen antipatía en vastos sectores, que en un futuro cercano (legislativas 2021) serán nuevamente parte de esa base electoral eternamente disputada: la enorme y diversa clase media. 

Un Fiat 1 bien cuidado, un barrio con casas de familia recientemente adquiridas, un trabajo con sueldo apenas por arriba del promedio, la familia tipo de padres trabajadores e hijos estudiantes, el ansiado título profesional, los usos y costumbres de la juventud, el gran ingenio en tiempos de crisis. Sin ninguna duda el enorme imaginario colectivo que recae sobre la tan llamada, y tanto definida como indefinida, "clase media" es uno de los grandes debates políticos y  sociológicos de nuestro tiempo. ¿Qué es la clase media? es una pregunta de muy difícil respuesta, de fronteras difusas y de conceptos muy distintos, atravesados por realidades hasta incluso opuestas. Sin embargo, sabemos lo que la clase media no es, y ahí parece que la respuesta es casi unívoca; la clase media definitivamente no es parte del decíl más rico del país (o del mundo), individualmente no detenta un poder económico real que pueda patear el tablero, y su misma diversidad interior no le permite una organización del todo orgánica, como pudiese suceder en otras sociedades. 

Es importante remarcar como una serie de medidas puede impactar o no en una sociedad, el contexto del cual viene, y el choque con el cual se encuentra. Sobre todo si ese choque, como vienen sucediendo, toca de cerca intereses (culturales más que económicos, como el famoso 30% a la compra y uso de divisas norteamericana). Sería mas claro un largo análisis histórico del asunto, pero podemos resumirlo en pocas palabras: la clase media, de entre sus variantes, incluye a la que hoy más pesa sobre la juventud, la "clase media aspiracional", cuyas demandas, expectativas y niveles de vida ya no son los de la clase obrera de antaño. Y sucede que no prestarle atención a esas demandas es uno de los grandes errores de todos los gobiernos que encuentren en el arco progresista. Errores que a futuro se transforman en bases electorales. 

Podemos ver que el gobierno de Alberto Fernández tiene, como bien dijo durante su campaña electoral, la intención de reactivar la economía de consumo interno. Muchas medidas van en ese sentido, desde la tarjeta alimentaria pronta a ponerse en marcha, la renovación de precios cuidados, y el adelanto de paritarias para enero y febrero, que busca poner un piso más elevado para quien menos gana (lo que a futuro traerá, sin buscarlo claro, conflictos con el sector gremial). Lo difícil en este contexto de deuda es, mezclar la sustentabilidad de las medidas, con la necesidad (y promesa) del país de seguir pagando la deuda externa (promesa que a su vez es necesaria para mantener a flote los activos financieros del país en el exterior, mantener calmo el riesgo país y por tanto no cortar de cuajo la posibilidad de conseguir más financiamiento externo de otras fuentes).

En este punto volvemos a repetir que gran parte del futuro cercano depende pura y exclusivamente de las condiciones de la renegociación con el Fondo Monetario. Algunos de estos problemas ya se ven reflejados en la provincia de Buenos Aires, donde Kicilof no consiguió si quiera que el presupuesto aprobado. Entra al juego la cuestión netamente política, y tiene que ver con que la oposición al Frente de Todos no dará cuarto intermedio a las medidas del gobierno. Oposición en la cual gran parte de esa clase media aspiracional se ve reflejada, parte de la que dio su voto muy condicionadamente a la formula Fernández-Fernández. Entonces, si vemos que muchas de las medidas están apuntadas a mejorar sustancialmente la condición de los sectores más postergados ¿Por qué insistimos tanto con la visión y necesidades de una clase media que tendrá que esperar para ver resultados? Por el simple hecho de que es el voto que dará o no una continuidad orgánica a ese cambio de rumbo económico y social. Más allá del visto bueno del FMI, las presiones tanto internas como externas y tanto de propios como ajenos al gobierno de Alberto Fernández son muchas, lo que explica la celeridad con la cuál se mueve la gestión: en menos de un mes lanzó un paquete de medidas convertido en ley, inició las negociaciones con el Fondo y además quiere continuar las sesiones del congreso durante el mes de enero.

Por otro lado, por muchas conexiones políticas que haya podido forjar, el gobierno nacional afronta un gran problema estructural, que es el de la redistribución. ¿Cuánto dinero podrá repartir a las provincias? Por lo pronto, el acercamiento de Juan Schiaretti no parece haber dado demasiado resultado. Algunas de las medidas son sumamente antipáticas para esa clase medias aspiracional, cuya opinión se ve como la única posible, sin embargo, parece no haber muchas otras opciones en un contexto en el cuál el país debe miles de millones de dólares, tiene un importante déficit fiscal y tuvo, en el 2019, los peores nivel de inflación de las últimas décadas. 

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