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Confirmado, decir malas palabras es bueno para tu salud

Es más común de lo que parece. Decir malas palabras es habitual en la mayoría de la sociedad. La ciencia investigó sobre el tema.

Vanguardista 10 de agosto de 2022 Carlos Maciel Carlos Maciel
malas palabras megafono
¿Por qué se siente bien decir malas palabras?

Insultar, jurar, maldecir, blasfemar, dejar ir toda "cosa contenida"… ¿Quién no lo ha hecho alguna vez? Lo cierto es que, tal y como nos revelan varias investigaciones, decir "palabrotas" tiene inesperados beneficios psicológicos. Algunos tienen que ver con el simple hecho de hallar alivio y desahogo. Otros, con la motivación y el rendimiento físico. De hecho, es algo que vemos en algunos deportistas. Cuando una disciplina deportiva requiere del atleta un esfuerzo físico puntual o superar una dificultad determinada, es común lanzar alguna expresión grosera. No es un acto orientado a descalificar a nadie, sino un patrón conductual en el que se combina la catarsis con esa necesitada arenga hacia uno mismo. Para superarse, para tener éxito. 

¿Qué beneficios tiene decir malas palabras?

Este tipo de recurso expresivo actúa como analgésico. La Universidad de Keele, Staffordshire, Reino Unido, realizó un interesante estudio sobre el tema. Algo que pudo descubrir es que el simple hecho de decir malas palabras se acompaña de una liberación de adrenalina. Esto nos permite, en ciertos momentos, hacer frente al dolor con mayor arrojo, con mayor decisión y contundencia. Recurrir a este tipo de expresiones actuaría como analgésico momentáneo. Algo idóneo para ese deportista que necesita hacer un último esfuerzo a pesar del dolor físico. Un hecho más que llamativo que vale tener en cuenta.

Decir malas palabras para mantener el control sobre tu realidad

Así es, hay veces en que la vida se vuelve tan caótica que tenemos la sensación de estar perdiendo el control. Sucede cuando a veces las tareas en el trabajo se nos acumulan y tenemos la sensación de no llegar a los objetivos. Dejar caer una maldición o una frase grosera nos aferra de pronto a la realidad para recibir todo un torrente de energía a nuestra autoestima. Es como una sacudida momentánea para recordarnos que nosotros podemos con (casi) todo, y que podemos tener el control sobre la realidad.

Mayor motivación y resolución

“Dale, que vos podés…”. Añadir una mala palabra al final de esta frase actúa como un gran motivador. Esta es precisamente la hipótesis que apoya un estudio de la Universidad de Keele, en Staffs, Reino Unido. Maldecir, jurar, decir tacos, no solo actúa como analgésico para el dolor. Además, aporta impulso, motivación y resolución a nuestro comportamiento. Sin embargo, eso sí, deben plantearse con sentido del humor, como una estrategia divertida que nos sirve para darnos un refuerzo positivo. Es una forma de compañerismo, de ser nuestros propios cómplices en un momento complicado, para poder levantarnos de nuevo y actuar, triunfar, salir victoriosos…

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