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Federer, el único rey

En tiempos de reinas y reyes, se retiró uno de los más grandes.

De Rabona 19 de septiembre de 2022 Guillermo Boris
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Roger Federer y David Nalbandian en Wimbledon 2011.

La noticia sacudió al mundo del deporte y al del tenis en particular; no porque no se esperara que ese día llegaría, sino por esa sensación de eternidad que generaba ver a un ser humano dentro de una cancha, desplegar todo su talento, cual mejor expresión artística, en la que transformó un deporte.

Generalmente, todos los deportes han tenido grandes protagonistas, tanto en la rama femenina como masculina. Meritoriamente, muchos de ellos se han destacado más de lo común y otros incluso han sido los mejores durante mucho tiempo en lo suyo. Pero hay un espacio en la historia, que solo es reservado par algunos/as pocos/as; esos que logran la magia de que cuando se nombra a un deporte, se viene la imagen de ellos en tu mente y viceversa, cuando los ves, rápidamente te trasladás al deporte que represente.

En esta última escala, el supremo se llama Diego, nos pertenece y jugaba al futbol, cuyo trono es eterno para siempre. Messi indudablemente se transformo en uno de ellos, Jordan en el básquet, Michael Phelps en natación, Usain Bolt en atletismo, entre otros ejemplos. Sin dudas, cuando la gente hable de tenis, él, vendrá a la mente de todos. No solo por los títulos que gano, sino por cómo los gano, desplegando su talento y marcando una hegemonía en el ranking y en la variedad de tenis desplegado en las diversas superficies de las canchas, haciendo cosas realmente que hicieran que pensaremos que ese ser humano que nombre al principio, es de otro planeta.

Cada vez que hablemos de tenis, saldrá su nombre y su imagen, porque dentro y fuera de la cancha siempre fue el mejor. Ejemplo de deportista en toda su expresión y sin dudas una persona que dejo huella en donde quiera que fue y en donde quiera que vaya. La Argentina se ha dado el gusto de tenerlo algunas veces y los amantes de la raqueta, disfrutamos esas batallas que disputaban con David Nalbandian, ese que lo ponía en apuros y a quien Roger admiraba.

Finalmente, me tomé el atrevimiento de escribir esta columna sin mencionar uno solo de los títulos que ganó o sus pergaminos. Simplemente porque no hace falta; porque él ya entró en ese pequeño grupo de selectos y selectas que la historia reserva para siempre. Bienvenido al club señor… No lo nombro, porque no hace falta, estamos halando de tenis y por ende, cuando digamos tenis, su nombre y apellido salen solos…

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