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Por qué tenemos la sensación de que este año "pasó volando"

Según expertos, esta percepción que parece banal, involucra neuronas, emociones y relojes biológicos.

Ciencia 17 de noviembre de 2022
tiempo

Un simple comentario de ascensor (“Este año pasó volando”) puede requerir de la ciencia una explicación complejísima que involucra neuronas, sentidos y emociones. La percepción de que las hojas del almanaque 2022 cayeron más rápido de lo habitual es materia de estudio.

“En la psicología del tiempo hay tres campos de investigación: los ritmos biológicos, las experiencias de duración y el estudio del tiempo histórico-cultural”, asegura Richard A. Block, profesor emérito de la Universidad de Montana y uno de los máximos expertos en percepción del tiempo.

Con esos tres ejes, se busca una explicación a las sensaciones que tiene la especie humana sobre el transcurrir de horas y años.

En ese terreno aparecen el cerebro y sus distintos tipos de relojes biológicos. “Cada uno de los relojes está especializado en medir un rango de duración concreto. El circadiano mide duraciones durante las horas del día. Formado por un núcleo de neuronas en el hipotálamo, se encarga del control de nuestros horarios de vigilia y sueño y de alimentación, entre otros. Es el que suele desajustarse luego de un viaje largo en avión, provocando el jet lag”, explica Block.

Luego señala los otros dos relojes fundamentales: “Hay un reloj de milisegundos, capaz de procesar intervalos muy breves. Este cronometraje es muy importante, por ejemplo, para percibir el habla correctamente, escuchar música o para el control de nuestros movimientos. El tercero es el reloj cognitivo, que sirve para medir duraciones comprendidas entre segundos y minutos y se encarga de nuestra experiencia consciente del paso del tiempo”.

En ese último reloj están algunas de las claves de la percepción del tiempo, en la que también influyen factores sociales y culturales.

Hasta aquí, una descripción resumida de cómo los humanos perciben sobre el pasado y presente. Una sensación basada también en emociones, que puede variar según la edad.

La percepción del tiempo es un fenómeno en el que también participan la memoria y la atención.

¿Pero hay algo que pueda alterar el funcionamiento de todos los relojes internos de la humanidad a la vez, a nivel global? Respuesta: Sí, la pandemia.

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En cámara lenta

André Cravo, profesor en la Universidad Federal de ABC, en San Pablo, Brasil, es uno de los autores de un trabajo de investigación sobre 3.855 personas en aislamiento en 2020, cuando el Covid empezó a colonizar el planeta.

“Seguimos a los voluntarios durante cinco meses para ver los cambios desde el inicio del aislamiento. Encontramos que la sensación de expansión del tiempo disminuía a medida que pasaban las semanas”, comenta.

En síntesis, el trabajo de Cravo y colaboradores mostró que la mayoría de los participantes en la investigación informó sentir que el tiempo transcurría más lentamente al finalizar el primer mes de aislamiento social.

Los científicos denominaron a esa percepción como expansión del tiempo y concluyeron en que estaba relacionada con sentimientos de aislamiento y falta de actividades reconfortantes durante todo ese período.

Durante cinco meses observaron un patrón similar. “La evidencia que nos muestra la literatura científica indica que la sensación de que el tiempo pasa más lento o más rápido está influenciada principalmente por dos factores: la importancia del tiempo en un contexto dado y la imprevisibilidad. También sabemos que a menudo la percepción cambia cuando recordamos situaciones pasadas, por ejemplo, lo que hicimos en vacaciones”, señala Cravo.

Ocurre que la percepción del tiempo, esa forma de sentir que todo pasa volando o no, es un fenómeno complejo en el que también participan la memoria y la atención que se le presta al transcurrir de horas, días, meses y años.

En estudios internacionales se observó que en el aislamiento por el Covid se alteró el modo de percibir el tiempo.

Los estudiosos de este tema destacan una frase del filósofo y matemático Bertrand Russell, quien pudo resumir con maestría la importancia de la memoria en esta materia. “Cuando miramos el reloj, podemos ver cómo se mueve el segundero, pero sólo la memoria nos dice que las manecillas de los minutos y de las horas también se han movido.”

Estados alterados

Rodrigo Laje, profesor en la Universidad de Quilmes e investigador del Conicet, dirige el Laboratorio de Dinámica Senso-motora, donde se investiga el procesamiento del tiempo en el cerebro. También es presidente de Expedición Ciencia, una ONG que organiza campamentos científicos para alumnos y docentes.

Este año, Laje junto con otros investigadores de distintos países: Francia, Japón, Alemania, India, Canadá, Bélgica, Italia, Turquía y Grecia, publicó un trabajo en la revista científica Nature Human Behavior sobre la percepción del tiempo. Participaron más de 2.800 voluntarios de distintas naciones, entre ellas, la Argentina.

“Realizamos un experimento masivo, a nivel global, donde mostramos que la percepción del tiempo estuvo claramente distorsionada durante el aislamiento social, pero con diferencias individuales muy grandes”, comenta el científico.

Y agrega: “Lo que se ve claramente en este 2022 es un retorno a la percepción normal del tiempo. Es decir, si en lo más crudo del aislamiento social las personas describían el paso del tiempo como más lento, esa sensación fue desapareciendo a medida que se iban liberando las restricciones. En el caso del post aislamiento, esa percepción distorsionada del tiempo vuelve a un comportamiento más normal que, de todos modos, depende de muchos factores, como por ejemplo emocionales”.

Laje, riguroso estudioso del tema, deja al pasar otros de los misterios que rodean a los humanos y el devenir. “Uno de los aspectos que más me sorprende de la investigación en los últimos años es que la percepción subjetiva del tiempo dependa de tantos factores, los conocidos hasta ahora, y tan disímiles como, incluso, el momento del día.”

Los relojes modernos existen gracias a un descubrimiento clave de Galileo en el siglo XVIII.

Y suma: “Otro aspecto que me fascina es que, para los tiempos de minutos a segundos, la percepción del tiempo no parece residir en una región específica del cerebro (como si tuviera un relojito especializado) sino que parece estar repartida entre muchas regiones diferentes. Es como si cada parte del cerebro pudiera procesar el tiempo de acuerdo a sus necesidades”.

Eterno misterio

¿El tiempo entonces es como lo percibimos o como realmente es? Si le preguntan qué es a una de las mentes más brillantes, el astrofísico Juan Maldacena, la respuesta puede llegar a decepcionar. “Para la física, es lo que mide un reloj”, le dice a Viva con poder de síntesis.

Pero enseguida aparece el genio argentino de la Universidad de Princeton. “El tiempo es un concepto básico del cual derivamos otros. Y es lo que mide un reloj, aunque parece un chiste, pero no lo es. Lo importante es que distintos relojes hechos de distintos materiales miden el mismo tiempo (siempre y cuando unos no se muevan respecto de otros). Si los relojes se mueven y/o están en un campo gravitatorio, entonces marcan distinto tiempo. Y decimos entonces que transcurre distinto, o que el tiempo es relativo.” Maldacena aclara que para notar esos efectos hacen falta relojes muy precisos: “Que existen, pero no los venden en las relojerías sino que los construyen en los laboratorios de física”.

¿Y si no estuviera la especie humana en la Tierra, quién percibiría o entendería lo que es el tiempo? ¿Existiría?

“Según la física actual, si no existiéramos, seguiría existiendo el tiempo. Pero bueno, es algo que no podemos comprobar, ya que existimos...”, reflexiona.

Así empezó todo

Definido de modo diferente, según la disciplina que lo aborde, el tiempo empezó a inquietar a nuestros ancestros desde muy temprano.

“Históricamente, el hombre necesitó asociarse al tiempo, es decir, buscó la manera de predecir e identificar los momentos propios para sus actividades. Uno de los primeros problemas estuvo relacionado con su subsistencia. En las primeras sociedades organizadas se requería saber cuándo sembrar y cosechar. En la actividad diaria, la luz del Sol permitía trabajar y la oscuridad, descansar. El hombre recurrió a los fenómenos naturales para marcar esos ritmos. Así nació la manera de medir el transcurrir del tiempo”, relata Felicitas Arias, ex jefa de Computación, Mantenimiento y Difusión del Tiempo Universal.

“Más tarde hubo que desarrollar maneras de medirlo y de conservarlo. Ya no alcanzaban los fenómenos naturales (movimientos de Sol, Luna, estrellas). Al principio, se crearon relojes rudimentarios. Se utilizó el trasvasamiento como principio de medida: el pase de arena o agua entre dos recipientes, y el pabilo de una vela. Pero eso no permitía conservar ni predecir. Entonces aparecieron los relojes, gracias al descubrimiento de la constancia del período de oscilación del péndulo por Galileo, en el siglo XVIII. El tiempo es finalmente un concepto antiguo que trascendió a través de todas las épocas, se extendió a casi todas las actividades y se requiere conocer cada vez con mayor precisión”, puntualiza Arias.

En el 2022, que pasó volando, la ciencia focaliza sobre varias cuestiones para entender esta sensación generalizada que es típico comentario de ascensor.

La psicología del tiempo también intenta saber si todos sienten lo mismo según su edad. “La edad es un factor clave para entender este fenómeno. El grupo de adultos mayores, por ejemplo, no sintió un cambio significativo en la percepción del tiempo durante el aislamiento, pero sintió un impacto muy grande por el tiempo perdido debido al encierro, significativo sabiendo que les queda poco por vivir”, dice la científica del Conicet y profesora de la UCA María Elena Brenlla, quien estudió el tema.

Otra señal de que el tiempo tampoco significa lo mismo para todos. 

Fuente: Clarín.

 

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