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Cuarentena: 8 de cada 10 argentinos sufren más desánimo y ansiedad

Así lo revela un estudio del Observatorio de Psicología Social de la Universidad de Buenos Aires que evalúo la situación de parejas y familias en el contexto del aislamiento social obligatorio.

Sociedad24 de junio de 2020
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Si hace tres meses al declararse el confinamiento social en Argentina muchos se mostraban optimistas acerca de cómo iban sobrellevar la situación, con el paso de las semanas esa confianza se ha venido diluyendo frente a la dura realidad. Y aunque basta observar el entorno para reconocer que los estados de ánimo vienen decayendo en general, un estudio realizado por la Facultad de Psicología de la UBA en distintas ciudades del país dejó ayer en evidencia hasta qué punto empeoró.

Como muestra la investigación, a 80 días del inicio del aislamiento social preventivo y obligatorio, ocho de cada diez argentinos empeoraron su estado de ánimo y su ansiedad en relación al décimo día de cuarentena, y las posibilidades de experimentar estos sentimientos aumentaron especialmente entre las mujeres.

El estudio “Familia, Pareja y Crianza” realizado a mediados de mes por el Observatorio Psicología Aplicada, demostró también que el hecho de convivir con hijos no empeoró mucho más las ya pesadas situaciones de estados de ánimo y ansiedad previas, pero sí incidió positivamente en los sentimientos de soledad.

Los investigadores también pudieron observar que las parejas en las que más empeoraron la sensación de intimidad, las discusiones y las demostraciones de afecto son las que no conviven, seguidas por las que tienen hijos y, por último, las que no tienen hijos.

Casi todos los indicadores negativos aumentaron más para las parejas y familias que viven en departamentos y menos para los que viven en casas.

El relevamiento muestra que el porcentaje de encuestados para quienes la pandemia “empeoró un poco o mucho” su estado de ánimo pasó del 72,5% (30 de marzo) al 80,3% (14 de junio); siendo este efecto más frecuente entre las mujeres (83,6%) que entre los hombres (74,6%), y entre las personas con hijos (80.9%) que sin ellos (77,4%).

Por otro lado, las personas para las que la cuarentena representa un empeoramiento de su sensación de soledad trepó del 37,5 al 46,7%; y esto incidió más sobre las personas sin hijos (52,9%) que en las que los tienen (45,5%).

Además, el estudio demuestra que “durante la cuarentena aumentaron todos los indicadores negativos de comunicación familiar”, tales como la honestidad, tolerancia al desacuerdo o la intromisión en la vida del otro, y “disminuyeron todos los de cohesión en la familia”, como los sentimientos de ser escuchados en familia, la confianza o la capacidad del grupo para recuperarse de los problemas.

El impacto negativo del aislamiento en las relaciones de pareja es mayor entre las no convivientes (50%), que en las convivientes solas (22,8%), o en las que conviven con sus hijos (30%), donde el efecto también es un poco mayor que en las anteriores.

Los datos recogidos señalan una mayor frecuencia de discusiones y peleas, una disminución de las demostraciones de afecto y de los intercambios de “intimidad”, palabra que suele ser entendida en su vinculación con la sexualidad.

En las parejas, la relación conflictiva se muestra también asociada a la situación habitacional de vivir en departamentos (34,5%), en relación a vivir en casas (27,5%).

Y si a los diez días de cuarentena un 65% creía que la escolaridad de los niños y adolescentes se vio perjudicada con el aislamiento, al cabo de 80 días, ese porcentaje trepó al 84%.

UN POTENCIADOR DE CONFLICTOS

“Cualquier situación preexistente a la cuarentena se potencia porque el número de interacciones aumenta. No es fácil estar 24 horas adentro. A eso hay que sumarle el encierro y la amenaza externa”, explica Martín Wainstein, doctor en Psicología, sociólogo y coordinador de la investigación.

En este contexto, “los padres empiezan a atribuirle menor importancia a los límites. En gran medida, por el agotamiento que genera la convivencia extrema, algo completamente nuevo para todos”, comenta el investigador.

En cuanto a las parejas, “es lógico que las no que conviven sean las más afectadas. Tiene que ver con la falta de contacto. Desde caminar tomados de la mano hasta tener relaciones sexuales”, sostiene.

Con respecto al hecho de que aquellas personas con mejores condiciones habitacionales sufran menos, “no es sólo un tema de dimensiones, también es diferente si uno tiene un espacio al aire libre: ya sea patio o terraza”, explica Wainstein, que es director de la especialización en Psicología Social.

El estudio fue realizado entre el 7 y el 14 de junio, a partir de 1.296 encuestas online a personas mayores de 18 años en la Ciudad de Buenos Aires, Gran Buenos Aires, interior de la provincia de Buenos Aires, Córdoba, Rosario, Mendoza, Neuquén, Tucumán, Jujuy, Corrientes y Tierra del Fuego.

Fuente: El Día.

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