Crisis Sanitaria: ¿Cuáles son los límites de las medidas económicas?

La respuesta inmediata pareciera ser que no, sin embargo las medidas que el gobierno ha tomado desde el inicio de esta prolongada cuarentena no fueron improvisadas. La Pandemia fue algo inesperado, pero también trajo consigo una nueva organización del mundo del trabajo que, guste o no, abre nichos de mercado a futuro mediante el acostumbramiento paulatino de los trabajadores al mundo digital.

No podemos negar que muchas personas lo han pasado realmente mal, no solamente a nivel de ingresos, si no también anímico. Sobre todo cuando nos referimos a la primera fase de la famosa cuarentena. Si bien el Estado marcó fuerte presencia desde el principio, parte de sus medidas se fueron agotando, sin generar el apoyo esperado por la mesa chica de Alberto Fernández. Podríamos decir que parte de eso se basa en las todavía deficientes estrategias comunicacionales del Frente de Todos, por un lado y por el otro, por seguirle el juego a la agenda marcada desde los medios de comunicación, en un intento fallido por hacerla propia.

En este contexto podemos preguntarnos ¿Cuáles son los límites de estas medidas económicas? En primer lugar pensamos en las de carácter netamente monetario: asistencias sociales como la AUH, el IFE, y los demás programas relativos a estudio y adquisición de vivienda o materiales de la construcción. Sin duda tiene un impacto positivo porque dinamiza el consumo en el corto plazo, pero también a nivel macroeconómico sabemos que esa medida sin la reactivación de la cadena productiva, choca de lleno contra la realidad. De hecho, podemos hacer un breve resumen de las industrias más golpeadas en nuestra provincia: textil, y el de fabricación de maquinarias, industrias que son grandes fuentes de trabajo.

Según el último relevamiento de la Unión Industrial de Córdoba (UIC) estos dos sectores fueron los más perjudicados por los cortes en la cadena de pagos, solamente la mitad pudo afrontar la totalidad de los salarios y tarifas de servicios públicos, un tercio a los proveedores, y un cuarto los impuestos. Seis de cada 10 de estas industrias tienen empleados que no pueden trabajar presencialmente por diversas razones (entre ellas grupos de riesgo). Por otro lado, en las mismas industrias, más de la mitad del personal no puede trabajar de manera remota. El ATP únicamente llega a 1/3 de sus trabajadores.

Aun así otras industrias de la provincia sí encontraron la forma de mantenerse, como las del software y la alimenticia no muestran problemas con la cadena de pagos. Esto claramente tiene que ver con la tendencia de la virtualidad y la necesidad repentina de un mercado ávido de este tipo de productos para poder estructurar el home office. De esta industria también se nutrió la de las fintech, tomemos por ejemplo el caso de Pagomiscuentas a nivel nacional, que mostró un crecimiento entre enero y abril de un 234% en el público de 18 a 34 y un 122% en los mayores de 35.

Sin duda esta demanda también traccionó la industria sofwtare. Según informe de Comscore, ya previamente a la pandemia, las transacciones a través de un celular eran la principal forma de pago online en el mundo, lo cual nos da otra pauta también: estos nuevos nichos de mercado ya existían, solamente fueron potenciados por la pandemia. Pero cuidado, el panorama general termina por no ser bueno ni si quiera para las industrias mejor posicionadas, ya que la presión del dólar vuelve a los escenarios.

El dólar blue alcanzó un nuevo récord este jueves al subir $2 hasta los $147 para la venta, según un relevamiento del medio Ámbito Financiero. De esto podemos deducir que la brecha con el dólar oficial llego al 94%, lo cual explica sin duda alguna la razón por la cual los ahorristas corren hacia este negocio. Aunque el Gobierno, por razones obvias, no reconozca esta divisa, la realidad es que la misma si marca precios y agita especulaciones. Por otro lado, vale decir que el Gobierno no puede regular todo,  y además las medidas de endurecimiento y control sobre la moneda extranjera tiene consecuencias no solamente económicas, si no también (y no menos importante) electorales. Ahora, la pregunta es ¿tiene el gobierno otra opción? Repasemos brevemente la situación actual. 

Venimos de una reestructuración de la deuda bajo legislación extranjera donde finalmente el 93,55% de los bonistas adhirieron al canje y, gracias a las cláusulas de acción colectiva, el 99% tuvo que acceder. El 1% restante queda por negociar, pero hay pocas posibilidades de que se trate de Fondos Buitre, lo cual nos deja con un debe de US$ 66 mil millones, y eso fue en un acuerdo bastante mejor que el original. Por otro lado, se viene la negociación con un FMI no muy amigable si nos guiamos por las declaraciones de sus frontman.

El acuerdo integra unos USD 45.000 millones. Complicado de sobrellevar, sobre todo cuando la primera reunión formal será a principios de octubre. Según su vocero Gerry Rice “El objetivo final consiste en ayudar a la Argentina en su plan de fortalecer el crecimiento y la estabilidad, crear trabajo, reducir la pobreza y superar esta difícil situación económica que se ha visto más complicada por la pandemia”. También hizo hincapié en la crisis económica, desempleo y  pobreza, sumado al alto déficit fiscal que dejan en parte las medidas de emergencia y la merma en el pago de impuestos, y la creciente inflación. Toca también el tema del dólar.

En conclusión podemos decir que, sin duda, es imposible endilgarle al estado la culpa de todo mal en medio de una pandemia, pero por otro lado, las medidas económicas no siempre son las adecuadas, ni tampoco suficientes. La reactivación económica debería ser una prioridad, antes que otro tipo de obligaciones.