El estilo "kasi flava"

La jugada se llama kasi flava es definido como el “arte de cualquier cosa” o “el talento de inventar gestos inútiles y fantasiosos” para eludir al rival. Hasta aquí, nada que en Argentina, Brasil o América Latina no sepamos: una versión más de la gambeta, la finta o el amago, pero con otro nombre. Aunque lo curioso es que esta jugada nació y creció en Sudáfrica, un país sin la tradición futbolera que tienen los nuestros. Y que, como pasó históricamente aquí, tiene su origen en los barrios pobres.
El kasi flava tiene algo más de malabar que de jugada de fútbol, pero parece ser que a los sudafricanos les empezó a fascinar tanto que la jugada generó un estilo, el estilo se transformó en una escuela, y la escuela impulsó una identidad: de manera transicional, sin pensarlo pero haciéndolo, los malabaristas sudafricanos de Soweto y de la periferia lograron instalar el kasi flava a tal punto que organizan campeonatos con ese nombre, con la misión de reivindicarlo y de que los jugadores se ganen unos rands extras aunque después, en el juego, sean todos pataduras.
Los videos de este tipo se viralizan en todas las cuentas futboleras de Instagram: “¿Qué harías si un rival te mostrara así la pelota?”, “Mencioná a tu amigo que la mueve como Messi” y otros tantos epígrafes que fomentan la interacción de los usuarios. Las respuestas suelen ser en broma. Y es nadie puede jugar de esa manera sin haber recibido antes o después una patada descalificadora.
En Sudáfrica, en cambio, estos jugadores son admirados por gran parte del público.
El estilo es tan atractivo que trascendió fronteras geográficas -llegó a Botsuana- y también virtuales. El jugador Tshepo Matete, rey de las piruetas viralizadas en canchas de polvillo, firmó contrato profesional en 2015 con el Baroka FC, de la Primera División sudafricana.