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Efectivamente, del amor al odio hay un solo paso

No hablamos de parejas que se desgastan por la rutina ni relaciones en las que el amor se desvanece poco a poco hasta que el sentimiento pasional desaparece.

Vanguardista10 de febrero de 2021Carlos MacielCarlos Maciel
amor odio
Estudio publicado en la revista Frontiers in Psychology.

Aunque no lo parezca, odio y amor no son dos estados tan opuestos, realmente lo contrario del amor sería la indiferencia. Cuanto más profundo es el amor, más profundo será el odio cuando la relación se rompa, así lo demuestra el estudio publicado en la revista Frontiers in Psychology; y es que tanto el amor como el odio comparten algo muy importante: la intensidad emocional.

Ambos sentimientos son muy fuertes y están involucrados en el mismo procesamiento neuronal en el cerebro, conocido como el ‘efecto de excitación de la emoción‘. Esto es, las emociones más potentes y voraces comparten una misma vía de recorrido en el cerebro y por ello es sencillo ir de un extremo a otro, se procesan por el mismo circuito.

Lo vemos continuamente, del amor al odio hay sólo un paso, por lo que no es extraño que algunas de las estructuras cerebrales que se activan para el odio lo hagan también cuando las personas se enamoran románticamente. Utilizando la resonancia magnética funcional el neurocientífico Semir Zeki estudió a 17 personas elegidas por profesar odio a alguien, como a un ex-amante, a un compañero de trabajo, o incluso a un político.

Observó que estructuras como el putamen (estructura situada en el centro del cerebro) y la  ínsula se activaban en el cerebro de esas personas tanto para estímulos relacionados con el odio como para estímulos relacionados con el amor romántico, lo que podría justificar al menos en parte y biológicamente la relación entre ambos. Curiosamente, el putamen se activa también en la preparación de conductas agresivas en el contexto amoroso.

Pero no todo son coincidencias, ya que también se ha observado que la corteza prefrontal asociada al juicio y razonamiento que se desactiva en el amor, no lo hace tanto cuando lo que sienten las personas es odio. Como si el odio requiriera conservar la capacidad de razonar para calcular mejor cómo proceder contra el odiado, o para mantener los pensamientos que lo alimentan y lo incrementan. Zeki dice que, mientras en el amor romántico, el enamorado suele ser menos crítico y juzga menos al amado, es más probable que en el contexto del odio el "odiador" ejercite juicios y cálculos para herir, injuriar o vengarse.

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